Barrio Abajo nos recibe con sus formas y colores, características que  adornan cualquier espacio haciéndolo un lugar emblemático dentro de una ciudad que ha crecido al lado del río y la cual alcanzó su madurez gracias al sol, como nos lo recuerda el coro del himno.

“Barranquilla, procera e inmortal Ceñida de agua y madurada al sol

Savia joven del árbol nacional Del jubiloso porvenir crisol.”

Es como esa casa donde llegan todos los visitantes, sintiéndose a gusto ahí y con pocas ganas de irse. Así como nos abre la puerta hoy para la segunda sede de Pescayé lo hizo en un pasado con muchas familias provenientes de Palenque y algunas de otras regiones de nuestro caribe colombiano.

Un barrio cercano a lo que el imaginario puede señalar como realismo mágico, donde surge una paleta amplia de patrones de conducta, que caracterizan y diferencian a las personas que ahí nacen y crecen, otros son hijos adoptivos de Barrio Abajo, un lugar que siempre logra envolver al que pase por ahi.

Lo que se conocía a mediados del siglo 19 como Barrio Abajo, Barrio Arriba del Río y Centro era la demarcación de las tres principales zonas de nuestra ciudad. Barrio abajo se hace a ese nombre gracias a su cercanía al río Magdalena.

Esta urbe palenquera por así decirlo es plaza para nuevas y ancestrales expresiones culturales como la danza, la música, la gastronomía entre otras.

Goza de un paisaje arquitectónico marcado por colores, pero también edificaciones que se alzan sobre el suelo para ser admiradas por los transeúntes, como por ejemplo el edificio de La Aduana o la Estación Montoya. Esta última es la vía que conectaba la línea Ferrocarril de Bolívar entre las ciudades de Barranquilla y Puerto Colombia. Ambas obras están marcadas en su diseño por influencias arquitectónicas anglosajonas.

¡Quien lo vive es quien lo goza!

En sus calles se respira y transpira carnaval y es que fue allí donde Esthercita Forero o la novia de Barranquilla como la mayoría de las personas la conocen vivió el nacimiento de lo que más tarde conoceríamos como la Guacherna

Ahí también cobra vida la historia de uno de los disfraces más emblemáticos de nuestro carnaval, la Marimonda. Un disfraz que nace con la misión de dejar en ridículo a toda la clase política dirigente de la ciudad y el cual desde comienzos del siglo XX hace parte año tras año de estas festividades.

Barranquilla no siempre miró hacia allí, pareció ignorarlo por mucho tiempo y dejarlo a la merced del comercio, pero hoy después de ser considerado como un Bien de Interés Cultural vuelve a poner sus ojos sobre él.

Ahí nos entusiasmamos con el sonido de los tambores, la arquitectura rescatada y saneada de decenas de viviendas, al caminar sus calles nos encontramos con trazos de pintores que al ser expuestos al cielo abierto cobran vida y energía que casi se vuelve palpable.

Los ilustres de Barrio Abajo

Además de bailarse cumbia también fue hogar para dos figuras representativas del caribe colombiano como lo fueron Gabriel Garcia Marquez y Joe Arroyo.

Si hacemos una lista de personas que han encontrado en este lugar un nuevo hogar hay que mencionar a pintores, escritores, deportistas entre otros. Pero también ha sido un lugar de corta estancia para uno de los criminales más famosos en los años treinta, Henri Charrière (Papillon), el cual intentó escapar en repetidas ocasiones de la cárcel de la Ochenta, pero la suerte no lo acompañó.

Barranquilla no fue fundada y por eso es conocida como la ciudad de los libres, dándole el espacio en la tarima a todas las maneras de vivir, lo que tiñe su existencia de colores únicos. Consolidándose así como la gran urbe del norte colombiano, historia que se relata de mil maneras en el Barrio Abajo con sus espacios y rostros.

A día de hoy se vive el carnaval, se celebra el béisbol y se disfruta de la gastronomía caribe, consolidando a Barrio Abajo como un lugar para vivirlo y disfrutarlo.